Ya desvendados los ojos
ya arrojadas las cadenas
ya perdido todo reclamo al objeto
solo queda reinventar la ética
que lejos de pertenecer al progreso
colinda con el estereotipo de una psicología emferma y decadente
El influjo de la catástrofe
vuelca al sentido en sí mismo
el sentir se vuelve axiomático
la materia comienza a regocijarse en su propia miseria
Es entonces cuando sentimos por primera vez
la brisa del viento acariciar nuestras mejillas
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